viernes, 26 de mayo de 2017

EL TRAPEADOR.


DIFUSIÓN AL EXTERIOR.

Cándida:
Viste virtud que los yankis
siempre usaron trapeador
pero aquí en las pampas, no
palo 'e piso se ha estilado
y con un trapo, muy tranqui
que con fuerza se ha estrujado
pasando de lado a lado
limpiamos con gran fragor
hasta que un fuerte dolor
nos dobla por la cintura
perdemos la compostura
y llamamos a un doctor.
Por eso es que decidí
salir en busca del balde
que tenga un escurridor
y que de esfuerzo me salve
hasta que al fin conseguí
lo que yo estaba buscando
parte a parte lo fui armando
tal como en la tele vi.
Ya no le temo al dolor
mientras exprimo la mopa
pero es muy poco absorbente
no como muestra la tele
y con toda esta humedad
el piso queda hecho sopa
si te digo la verdad
esto no es lo que esperaba
pero ahí ando dele y dele
trapeando con dignidad.

Virtud:
Cándida, que gran invento
se le ha ocurrido a esa gente
son de un mundo diferente
donde no sufre el humano
ya no hay trabajos a mano
todo lo absorbe la ciencia
y nosotros en la creencia
de que aún hay que fregar
ya no es sólo refregar
y en la casa esclavizarse
sino del piso olvidarse
y empezar a disfrutar.
Yo aquí me puse a arreglar
unas hilacha antañas
sola me fui dando maña
con mi máquina estupenda
y al toque arreglé una prenda
al benjamín de la casa
ya que si el frío no pasa
se las tendré que amoldar
y unos talles achicar
para usarlas en la escuela.

Cándida:
Pero no todo es disfrute
es la vida un trajinar
y por más que no nos guste
creo que en todo lugar
el hombre viene a este mundo
tan solo a desordenar
sus prendas desparramar
andar ensuciando todo
y la mujer de ese modo
jamás ha de descansar.
Desde aquel remoto Edén
cuando Eva sacó las hojas
que Adán se negó a juntar
ya quedamos condenadas
mientras que ellos lo más bien
de cacería se marchan
ni siquiera se petcatan
del reguero que hay detrás.

Virtud:
Si bien evolucionamos
en los derechos y tal,
nunca seremos igual
pues el hombre es muy artero,
nunca busca de ayudar
cuando el desmadre casero
se transforma en un chiquero
y una se empieza a elevar
y con escobas limpiar
trapeadores y plumeros
y mientras ellos, groseros,
se limitan a mirar
y nosotras a sudar
y a proferir cantaletas
que hasta un vecino al pasar
puede interpretar por ciertas.

Cándida:
Me dejaste sin palabras
porque a eso lo viví
 en mi ira no advertí
un vecino que venía
y mientras yo profería
como una oración macabra
un rosario de improperios
sin ni siquiera pensar
con mi marido él reía
mostrando complicidad
yo supongo que en su vida
a él también le ha de pasar
pues creo que en todo hogar
hay una mujer fregando
y oraciones mascullando
con marcada hostilidad.
Ahora salgo a la calle
y me lo cruzo a este hombre
pa que mi vergüenza estalle
y que mi rostro se ensombre
es entonces que en mi adentro
pienso algún cambio bajar
mi discreción trabajar

meditando en mi aposento.

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