domingo, 25 de mayo de 2008

EL CHUPACABRAS

Las vacaciones de julio reunían a la familia
que olvidando sus estudios del sosiego disfrutaba
y de las cosas sencillas que la vida les brindaba.
Así una tarde cualquiera al caer de la oración
de la casa solariega disfrutaba La Mayor,
mientras sus hijos llegaban oyó esta conversación:
En unos campos al norte, río abajo por la orilla
una vaca de buen porte no muy lejos de la aguada
yace hace un tiempo sin vida parcialmente mutilada.
Ella no decía nada y en silencio cavilaba:
-Si llega mi esposo ahora he de invitarlo a observar-
y aunque fuera algo espantoso arribaría al lugar.
Bien tarde el hombre llegó al filo’ e la medianoche,
ella dijo:-Dejá el coche, los marcianos anduvieron-
Ya el suceso le contó y en un ratito partieron.
El rodado estacionaron cerquita de un alambrado
pronto los cuatro se apearon de una linterna munidos,
sólo oían sus latidos entrando por los sembrados.
El padre marchó a la diestra y el mozo por la siniestra,
por el medio iba El Furtivo, que así llamaban al niño,
y la madre de su mano, por miedo, no por cariño.
El pequeño se quejaba al sentir que le estrujaba
su mano que transpiraba; con fuerza se la oprimía.
Desparejo caminaba con gran falta de vaquía.
La noche era tenebrosa, muy cerrada la neblina,
la mujer, supersticiosa, cacareaba a lo gallina
imaginándose cosas y mil fieras asesinas.
Lento el andar, tropezaba, los demás se adelantaban;
si miraba cielo arriba sentía que la observaban,
si la marcha no apuraba quedaría a la deriva.
-Maldita sea la hora que organicé esta excursión,
quiero ir a mi casa ahora, sentarme junto al fogón,
sentir que no me está espiando ningún marciano fisgón-
Los otros rompiendo en risa la esperaban por piedad
y ella sentía en la brisa los hombres verdes pasar,
muy cerca de sus pisadas los oía caminar.
La niebla más se cerraba, era tétrico el lugar,
grandes bultos vio menear detrás de ella en todas partes:
-Que mi corazón aguante, que no se quiera infartar-
Viejos fantasmas pasaban rozándole los cabellos
ella sintió sus resuellos aunque no se pueda creer
y no se dejaban ver -diría que la gozaban-
Sabía que el Chupacabras allí había incursionado
quizá estaba agazapado detrás de un churqui cualquiera
con su mirada macabra, mitad hombre, mitad fiera.
Como su vista flaqueaba ella temía encontrarse
frente a frente con el bruto quizás de qué engendro fruto;
no quería imaginarse si en vilo éste la cargaba.
La mujer iba a los tumbos, de la vaca, ni noticias.
¿La habrá tragado la tierra? Tal vez perdieron el rumbo
o quién sabe qué tragedia vino en forma subrepticia…
Ya decidieron volver sobre sus pasos cansados
girando hacia el alambrado casi ella pierde el sentido
cuando al galope tendido una sombra la alcanzó.
Pudo verlo de soslayo galopando en gran tropel
giró casi en redondel y dio un feroz alarido
asustando a su marido que temió por un desmayo.
Más rápido que la luz sus hijos se le acercaron
y ya la tranquilizaron pues era sólo un ternero
que vagando en el potrero sacudía su testuz.
Con un extremado estrés ella cruzó el alambrado
que su hijo le hubo pisado, y así que en un dos por tres
se hubo al auto encaramado con notable rapidez.
-¡Mañana será otro día!-Suspiró más aliviada.
-Habrá que verificar el caso con mucha calma.
Cuando haya más claridad nos vendremos, no es por nada
sólo que a mí no me gusta andar esquivando bultos
ni sombras que se menean. Además traeré una fusta
y algunos paisanos cultos para que vean y crean.
Y así es que efectivamente al otro día temprano
con un juez y un escribano y buscando atentamente
al animal mutilado pronto hubieron encontrado.
Las orejas le faltaban. Sin los globos oculares
ni piel en los maxilares.Tampoco los genitales
ni los cascos ungulares estaban en sus lugares.
Chupacabras descartaron y descartaron marcianos;
de carroñeros hablaron, nada de imaginación:
a tirones arrancaba toda la lengua un ratón.
¡Singulares roedores que en equipo trabajaban!
las carretillas abrían, la vaca decía: -¡¡¡¡¡¡¡AAAHHH….!!!!!!!
mientras los otros roían con suma prolijidad.
                                                            Cándida (La Mayor)

UN SUEÑO

La Mayor ya maliciaba que debiera jubilarse,
de antemano retirarse, ya de nadie depender,
pues, amaba la docencia más le urgía componer.
Y con tanta obligación sentía su alma pialada
en un palenque amarrada, cercada por un corral,
ya un receso no era nada, quería algo más formal.
Soñaba con relatar cada día una aventura,
y para poder narrar necesitaba soltura,
obsequiarse libertad, ya era persona madura.
Es que todo ese trajín la estresaba y la oprimía,
esa vida le exigía una actividad sin fin,
y a veces ella sentía un hondo afán de escribir.
Sin embargo una utopía, como un sueño inalcanzable
esa idea se le hacía , y ella no encontraba el cable
que pudiera conectar la realidad con su anhelo.
Aunque es bien cierto que el alma solita puede volar
hay que abrirle la tranquera para dejarla vagar
por los caminos inciertos, y eso no es fácil lograr.
Necesitaba tener computadora en la sala
conectada al Internet para escribir las memorias
que solía recordar, que constituían historias,
y otro espacio pa’ extender holgadamente sus alas.
Lucharía sin denuedo pa’ adquirir el artefacto,
que tuviera una impresora y complejos aparatos
para enhebrar los relatos que ella sabía escribir,
tal era su franco anhelo y lo pensaba cumplir.