domingo, 1 de junio de 2008

LA DEL ARROPE

En tiempo de vacación cuando las frutas maduran
tuvieron la inspiración de hacer arrope de tuna.
La Mayor salió temprano guiada por un muchacho
llevando bolsas y un tacho y con guantes en las manos.
Se cargaron a un tumbero: mozo, muchacha y gurises
y cruzaron los potreros cual familia’e codornices.
Se bajaron de la chata con ganchos y tenedores,
luego siguieron a pata para elegir las mejores.
Y pensando en el tunal a varias leguas distante,
el mozo siempre adelante y la muchacha detrás.
Las más maduras juntaron agarrando con la mano,
y sudaron como enanos cuando los tarros cargaron,
despuás se ibana sacar, una por una las janas.
La muchacha se mareó, casi cae en la gramilla,
la presión se le bajó, pues, esperaba familia.
El muchacho siguió solo aguantando las espinas
silbaba como chingolo, parloteaba a lo gallina.
Mientras La Mayor tirada en el piso del tumbero,
allí casi desmayada gemía sobre los cueros.
Ya el mozo acomodó todo y a los gurises cargó,
algunas tunas comió y saltó esquivando el lodo.
Al caballito azuzó y pegó la media vuelta,
ya a los perros les silbó, manoteó las riendas sueltas.
Pronto llegaron al rancho, ya la chica reaccionó,
y La Menor se acercó husmeando como los chanchos.
Y al ver aquel cargamento se entraron a consultar
si este sería el momento de disponerse a pelar.
A un vecino interpelaron pues parecía saber
porque otros a él le explicaron cómo se debía hacer.
A otra vieja la indagaron baquiana sobre el asunto,
-metan así, todo junto- la anciana les explicaba.
Todos decían saber, más resulta que ninguno
lo había podido hacer, porque hay que tragar mucho humo.
Y entraron a despuntar debajo’e la gravilea,
las chicas sin preguntar emprendieron la tarea.
Los gurisitos salieron corriendo a hacer la fogata
unos ladrillos pusieron, repararon con dos latas.
Otros dos allá, más lejos y cerquita’e la canilla,
sin escuchar a los viejos las lavaban, de rodillas.
Más tarde en cuatro partían cada tuna, con esmero,
en fuentones las ponían antes de pasar al fuego.
Otros lavaban con prisa fregando con un ladrillo
la olla negra de guisa para poner los casquillos.
Y así al fuego la asentaron con las tres patitas’e fierro,
los pedazos ya largaron y corrieron a los perros.
Una escoba desarmaron para preparar el palo
y en la punta colocaron una tabla con un clavo,
para poder remover las tunas dentro’e la olla
porque eso no era cebolla que se pudiera perder.
Varias horas cocinaron a leña el potaje aquel
hasta que el jugo largaron y quedo sólo la piel.
Para colarla buscaron una bolsa de semilla
la rasgaron por el medio, bien lavada en la canilla.
La bolsa tiene que ser de arpillera, no de nailon,
por que se va a deshacer cuando entren a meter mano.
Hacen falta tres personas debajo, una palangana,
apretar con muchas ganas pa’que no quede en la lona.
Tan sólo piel y semilla en la bolsa han de quedar
para más luego tirar medio afuera, en una orilla.
Y el jugo que va cayendo adentro e’ la palangana
tendrá que seguir hirviendo, no quedará casi nada.
Y ya usted lo notará a ese gusto picantito
con un color marroncito cuando va queriendo estar.
Hay que sacar un poquito, dejarlo primero enfriar,
porque se puede pasar y va a quedar quemadito.
Cada tarro’e veinte litros un kilo le ha de rendir,
si usted quiere repartir ponga en frascos muy chiquitos
y guárdelo hasta el invierno por si le agarra la tos:
una cucharada o dos lo salvarán de l infierno.
Lo terminaron de hacer al filo’e la madrugada
entre vinos y empanadas les llegó el amanecer.
Y haciendo aun lado las brasas unas achuras tiraron
enseguidita se asaron, comieron hasta las grasas.
Y tapada con rescoldo una tortilla se asaba
pa’ después de la empanada matear debajo del toldo.
Al otro día envasaron en frasco de toda laya,
casi, casi se desmayan al ver qué poco sacaron.
La vecinas preguntaban: -Y el arrope, ¿les salió?-
Aquí nadie murmuró, todidtitos se callaron.
Un gurí corrió la bola, pa’que nadie se tentara:
-¡Salió una botella sola, amarga y mal cocinada!-
y las maulas se guardaron todo el arrope para ellas,
escondieron las botellas y del tema ya ni hablaron.
Si usté un arrope va a hacer no vaya a pelar las tunas,
despúntela una por una y póngalas a cocer.
Y no se vaya a pensar que va a comer las espinas
si en la bolsa han de quedar pa’ que piquen las gallinas.