Cierto día para El Bajo* decidieron enfilar
tomaron por un atajo y entraron a pedalear.
Bici de hombre una montaba: rodado grande y piñón,
“mini” La Menor viajaba poniendo fuerza y tesón.
tomaron por un atajo y entraron a pedalear.
Bici de hombre una montaba: rodado grande y piñón,
“mini” La Menor viajaba poniendo fuerza y tesón.
Avanzaban por la cancha entre sombras de eucaliptos
después tomaron calle ancha sin ver ningún arbolito.
Y ya al balneario llegaron contentas y resoplando,
de sus bicis desmontaron ya riendo, ya cantando.
Olfatearon el ambiente dando un vistazo a la playa:
el agua estaba caliente ni falta harían las toallas.
Y al poner el pie en la arena La Mayor algo propuso:
traer las bicis a la costa para cuidarlas, repuso.
La Menor, obedeciendo su mini se echó a un costao:
-Ya ha viajado demasiao mi bici- le iba diciendo.
La Mayor, más atinada, una pata revoleó,
y que iría enhorquetada en la bici, ella anunció.
Y tomó el embarcadero mirando pa’ cualquier lao
como en medio de un potrero cuando se junta el ganao.
No debía pedalear, la bajada la llevaba,
¿para qué se iba a cansar? Y las patas levantaba.
Y entró a bajar esa cuesta como quirquincho enroscao
que cayera de una cresta porque alguno lo ha empujao.
La bici se desbocó y para colmo de males,
ella perdió los pedales al primer salto que dio.
Nunca había usado frenos y con los pies no llegaba
a rozar siquiera el suelo cuando la ocasión mandaba.
En los próximos segundos, que le diré, no eran cortos,
en aquel paisaje absorto pensó que acababa el mundo.
Las cortadas despegaron el nalgaje del asiento,
los fierros la castigaron y allí comenzó el tormento:
era como machacar la carne con un mortero
aquel firme martillar del caño contra el trasero.
En el suelo la alpargata buscaba clavar con saña,
pero aquella cabalgata no dejaba emplear su maña.
La Menora se reía cuando empezó a imaginarse
que La Mayor entraría en bicicleta a bañarse.
Imposible manejar ese pingo desbocao
¿Y si la enfilaba al mar? Eso sería un pecao;
después tomaron calle ancha sin ver ningún arbolito.
Y ya al balneario llegaron contentas y resoplando,
de sus bicis desmontaron ya riendo, ya cantando.
Olfatearon el ambiente dando un vistazo a la playa:
el agua estaba caliente ni falta harían las toallas.
Y al poner el pie en la arena La Mayor algo propuso:
traer las bicis a la costa para cuidarlas, repuso.
La Menor, obedeciendo su mini se echó a un costao:
-Ya ha viajado demasiao mi bici- le iba diciendo.
La Mayor, más atinada, una pata revoleó,
y que iría enhorquetada en la bici, ella anunció.
Y tomó el embarcadero mirando pa’ cualquier lao
como en medio de un potrero cuando se junta el ganao.
No debía pedalear, la bajada la llevaba,
¿para qué se iba a cansar? Y las patas levantaba.
Y entró a bajar esa cuesta como quirquincho enroscao
que cayera de una cresta porque alguno lo ha empujao.
La bici se desbocó y para colmo de males,
ella perdió los pedales al primer salto que dio.
Nunca había usado frenos y con los pies no llegaba
a rozar siquiera el suelo cuando la ocasión mandaba.
En los próximos segundos, que le diré, no eran cortos,
en aquel paisaje absorto pensó que acababa el mundo.
Las cortadas despegaron el nalgaje del asiento,
los fierros la castigaron y allí comenzó el tormento:
era como machacar la carne con un mortero
aquel firme martillar del caño contra el trasero.
En el suelo la alpargata buscaba clavar con saña,
pero aquella cabalgata no dejaba emplear su maña.
La Menora se reía cuando empezó a imaginarse
que La Mayor entraría en bicicleta a bañarse.
Imposible manejar ese pingo desbocao
¿Y si la enfilaba al mar? Eso sería un pecao;
pues en la costa hay espinas y de pronto,-cavilaba-
si ella pedaleaba encima, la goma se desollaba.
¿Y si tuviera ocasión de doblar a la derecha?...
pero un fuerte sacudón me la sacó de la brecha.
Entonces con decisión pensó sola en un segundo:
-Aunque aquí se parta el mundo debo hallar la solución.
Apretó fuerte los dientes, los ojos también cerró,
se escuchó un grito estridente y de un salto aterrizó.
si ella pedaleaba encima, la goma se desollaba.
¿Y si tuviera ocasión de doblar a la derecha?...
pero un fuerte sacudón me la sacó de la brecha.
Entonces con decisión pensó sola en un segundo:
-Aunque aquí se parta el mundo debo hallar la solución.
Apretó fuerte los dientes, los ojos también cerró,
se escuchó un grito estridente y de un salto aterrizó.
La bici guastó aun costao y dijo: -¡Que se reviente!-
Con el cuerpo magullao recién aflojó los dientes.
Giró su rostro hacia atrás y la encaró a La Menor
con su risita a pesar de aquel golpe y del dolor.
Y dijo como cansada de tanto padecimiento:
-"Para una nueva payada aquí tengo el argumento"-.
Con el cuerpo magullao recién aflojó los dientes.
Giró su rostro hacia atrás y la encaró a La Menor
con su risita a pesar de aquel golpe y del dolor.
Y dijo como cansada de tanto padecimiento:
-"Para una nueva payada aquí tengo el argumento"-.
*El Bajo:
Nombre primitivo y popular de la actual Laguna del Plata, balneario situado a pocos kilómetros de la localidad de Marull, Córdoba, Argentina.
No hay comentarios:
Publicar un comentario